jueves, 13 de junio de 2013

Los marchantes de mamá

Un señor un poco gordo, no muy joven siempre vestido de negro y con un paragua en la mano, vendía mercancía variada, mama decía que ere turco nunca lo llamaba por su nombre se refería a el como el marchante.
Mama era aficionada a usar términos en francés, mis hermanos me dijeron que esa palabra significaba mercader. Varios marchantes tenia mama recuerdo, en especial tres que eran sus paisanos, todos isleños habían llegado a Venezuela desde las Islas Canarias, unos vendían carbón otros leche o frutas.

Mi abuela materna nos hablaba de las Islas, mis hermanos y yo conocíamos por su referencia el volcán llamado El Teide que queda en Tenerife. Mí abuela había nacido en otra de las islas: Fuerteventura ella llego al puerto de La Guaira junto con su padre y sus hermanas: Petra y Titi eran todas muy jóvenes, recordaban mucho a su tierra nos enseñaron a tenerle cariño al mar y a comer pescado, plátano y gofio canario
En la cocina de las dos primeras casas que aun recuerdo había un fogón con varios hornillas, allí se colocaba el carbón en trozos pequeños, encima de una de las hornillas colgaba un cilindro de metal bastante grande conectado con el baño por su correspondiente tubería, los carbones de esa hornilla los prendían muy temprano en la mañana para calentar el agua que llegaba al cilindro
Varias veces a la semana el marchante de mama, tiznado de la cabeza a los pies gritaba su mercancía y la ofrecía en pequeñas bolsas de papel amontonadas en el fondo de una carreta tirada por un burro
Un día papa se presento con una caja bastante grande y saco de ella una cocina con dos hornillas y un recipiente de vidrio que contenía kerosén, con mucha alegría dijo: no mas carbón Después papa compro otras cocinas con mas hornillas y hasta con horno, con la llegada de la cocina a kerosén, desapareció el marchante de mama y se inicio la modernidad.
Otro de los marchantes paisano de mama llevaba la leche en cantaros a la puerta de la casa, utilizaba, también, como transporte una carreta tirada por un burro. Mi abuela recogía la leche en una olla y la hervía varias veces antes de nosotros tomarla
Al cabo de un tiempo el lechero dejaba en nuestra puerta la leche en frascos de vidrio tapados con pequeños cartoncitos, esta leche no requería hervir tanto, los frascos después de lavados se lo devolvían al marchante. Posteriormente los frascos de vidrio fueron sustituidos por envases de cartón parafinado con leche pasteurizada.
La aparición de la leche en frascos marca la desaparición otro de los marchantes paisanos de mama: el lechero
Este hecho, coincide con la primera nevera que yo recuerdo. Papa le dio una gran sorpresa a mama cuando se presento con este artefacto hasta ese momento desconocido por nosotros, al principio ella no se mostro muy contenta pues le parecía difícil llenarla debido a que la comida se compraba diariamente, nosotros en cambio estábamos felices de poder hacer heladitos todos los días
La nevera se le decía frigidaire nombre que correspondía a una marca, mas adelante con la aparición de otras marcas nos acostumbramos a usar el término nevera.
El frutero otro marchante paisano de mama, tan pronto como pudo, sustituyo la carreta y el burro por un camioncito movido por motor que le permitia atender mejor a sus clientes
Papa mantuvo su costumbre de sumarse a los avances de todo aquello que contrbuyera a facilitar el trabajo domestico, por esta razón compro en seguida que aparecieron, una lavadora automática

Papa comisiono a mi hermano que todo lo sabia a enseñarle a la familia como usar la lavadora, muy admirados comprobamos como ese artefacto lavaba y hasta era capaz de secar la ropa, fue todo un acontecimiento. Mama boto la plancha de zinc donde embostaba la ropa y la ponía al sol para que blanqueara, compro una botella de lejía y comento que de ahora en adelante se reiría de las manchas.
Los marchantes nunca desaparecieron para mama, ella siguió utilizando el término para referirse a todas aquellas personas a las cuales les compraba algo, siempre pensamos que fue una manera de no comprometerse a recordar sus nombres

Mireya de Olivares

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